Pocos lugares reflejan de forma tan auténtica el encuentro de dos culturas completamente diferentes. Sólo en Uquía se pueden ver casas de adobe con techos de paja coexistiendo con grandes edificaciones coloniales de muros altos y rojizas terrazas. Puestos de artesanos ofrecen tejidos y vasijas elaboradas con técnicas de antaño transmitidas por generaciones desde el período precolombino, mientras en las grandes casas y posadas coloniales se invita a admirar la belleza de cuadros, y manifestaciones arquitectónicas. Una mixtura cultural tan extraña como pacífica convive en las calles de Uquía.
Este pequeño poblado formado a unos 2.900 metros sobre el nivel del mar, en la Quebrada de Humahuaca, se encuentra a casi 120 kilómetros de San Salvador de Jujuy. Su nombre de debe a la comunidad aborigen que antiguamente pobló este territorio, los indios uquías.
Uno de los tesoros de esta pequeña comunidad es su iglesia. Construida en el año 1691, la iglesia San Francisco de Padua representa una auténtica manifestación arquitectónica del período colonial. Fue declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1941.
La construcción consta de un edificio central, de muros anchos y de gran altura pintados de un blanco impecable, y de una torre apartada del resto de la iglesia. Sus techos y terrazas están protegidos por tejas rojizas. La riqueza de esta capilla continúa en su interior; el altar data del siglo XII, de madera, tallado a mano y dorado con la técnica a la hoja. Además en la Iglesia se exhiben una de las colecciones artísticas de mayor renombre en la región; los Angeles Arcabuceros. Se trata de una selección de las mejores pinturas realizadas por aborígenes de la Escuela de Cuzco, durante el siglo XVII. Las figuras representadas, ángeles, distan mucho de las manifestaciones que a los mismo se les ha dado en otras partes del mundo. Para los cuzqueños los ángeles, si bien eran figuras jóvenes y celestiales, portaban ostentosos trajes de oro y amplios sombreros.
Además de la riqueza histórica y arquitectónica, Uquía, posee un importante atractivo natural. Está rodeada de coloridos cerros rocosos, en los cuáles hay estratos de gran valor paleontológico; su historia data de más de 3 millones de años. La importancia de este patrimonio radica en que da testimonio de las migraciones que grandes mamíferos realizaron desde el norte del continente hasta el norte de nuestro país. En los estratos aún permanecen las huellas y rastros del paso perezosos de gran tamaño.
En proximidades del pueblo, se puede observar los criaderos de vicuñas que los pobladores mantienen, lo que constituye una verdadera postal de Uquía ya que es el único lugar en donde se encuentran vicuñas. Cruzando el Río Grande se encuentran los principales criaderos.
Uquía posee además, reservas arqueológicas en donde se conservan ruinas, que pertenecieron a construcciones aborígenes prehispánicos al pie de los cerros.
La variada oferta turística que brinda Uquía puede ser disfrutada durante todo el año, aunque se recomienda ser precavidos durante el verano, dadas las intensas lluvias y las altas temperaturas (que generalmente no descienden de los 30 grados centígrados).
Un poblado pequeño, pero de grandes riquezas culturales, Uquía abre sus puertas a los turistas e invita a conocer las raíces de la historia argentina. Grandes tesoros culturales a sólo unos kilómetros de Tilcara.
Imagen de Flickr, por Miguel.

Fatima Seppi

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Etiquetas: Quebrada de Humahuaca, Uquía
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